viernes, 19 de octubre de 2012

Y, sin pensarlo dos veces, me quedo contigo.


Yo no necesito una declaración, ni un papel que me diga que vamos a estar toda una vida. Una casa amueblada ni un perro que se llame Chaquiwa. No necesito que me digas todos los días que me quieres, me lleves al cine y me compres rosas. Ni tres hijos perfectos que lo traigan todo sobresaliente mientras tú estés sentando en un sofá y yo haciendo la comida, día tras día. Yo lo que quiero es que me digas que me quieres muy de vez en cuando. Cuando nos peleemos y yo te tire una almohada a la cabeza mientras lloro diciéndote que eres un gilipollas. Que me abraces cuando lo necesite y me compres una rosa en un día no-especial. Necesito que seas un monstruo y, a veces, algo cariñoso. Que hagamos paracaidismo. Entonces no me atreveré a saltar y me empujarás y después te tirarás tú, cogiéndome la mano. Quiero que me quieras los días impares, los pares y que me odies un poquito. Tráeme el desayuno a la cama cuando esté mala. Hacernos un tatuaje juntos, imborrable y que tenga algún significado. Si tenemos un hijo, enséñale a jugar al fútbol y a defenderse. Ponme celosa, pero luego dime que ella nunca será como yo.

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